La gustaba pasear y observar los matices, colores y formas de la gente.
Ella era la niña pompa y vivía rodeada de una burbuja muy cómoda y confortable, donde podía mirar y mirar sin que nadie la viese el rostro.
Su burbuja era de colores distintos cada día, cambiaban a la par que ella, lo que más le gustaba era ver el mundo a través del fucsias, lavandas y morados … reflejaban un sentimiento hermoso.
Muchas personas fueron escrutadas a lo largo de su vida,
algunas la daban miedo,
sobre todo los niños alfiler.
Otras pena,
como la gente espejo, que se concentraban tanto en reflejar a los demás que no sabía ni quiénes eran,
algunas sin embargo resultaban divertidas:
por ejemplo los niños perro, eran muy juguetones y se sentía a gusto con ellos,
nunca la mentían simplemente porque no sabían.
Con ellos se sentía casi segura.
Nunca se había quitado su caparazón ante nadie, aunque feliz, llevaba una vida bastante solitaria, pues en nadie confiaba.
Un día eléctrico corría por la calle de puro contento (¡una libélula se la había posado en la mano!) y al girar una esquina…
¡Plofff!
Se acababa de chocar con un Señor Ventana,
¡Casi le rompe!
La Niña Pompa no sabía dónde meterse, todo a su alrededor se tiñó de rojo, y en sus mofletes aparecieron sendos coloretes.
Tartamudeando mil disculpas y muy aturullada, aceptó la mano que el Señor Ventana le tendía y muy azorada comenzó a caminar con él, movida por una extraña inercia.
- ¿Por qué no tomamos un café?, nunca había visto a una burbuja como tú- tras el cristal se veían muchas cosas, y en ese momento una sonrisa enorme se superpuso a todo.
- Con mucho gusto señor, aunque no tomo café- decidió acompañarle ya nunca en su vida había visto un interior tan hermoso, poca gente sonreía así.- pero iré encantada pues yo tampoco conozco a una ventana tan transparente cómo usted.
De la mano caminaron hasta que en un jardín entraron.
Allí jugaban bebés flores entre los árboles, muchos de ellos eran almendros, que son unos árboles con unos dibujos rosas muy hermosos,
le gustaban porque nunca estaban tristes, ella solía sentarse a leer a su sombra.
Se adentraron en un sendero custodiado a sus lados por unos gigantes según el señor Ventana eran hayas, muy sabias por todos los años que vivían.
Llegaron a un claro en cuyo centro se encontraba una mesa redonda de piedra y un perchero de madera muy alto.
Con una petición tras la ventana, el señor retiró con cuidado y muy despacio la burbuja de la niña, que se había quedado paralizada por el miedo, la colocó en el perchero para que la chica pudiese verla en todo momento.
- ¡Huir! ¡correr!- eso fue lo que cruzó como un rayo por la mente de la Niña Sin Pompa, pero lo que hizo fue muy distinto, se sentó en la mesa con el hombre ventana.
Mientras la niña se acercaba, el señor abrió una rendija de su cara y sacó dos tazas y una hermosa botella de color violeta.
- Es zumo de caramelo, ya que no tomas café.
¿Qué más contar de ese día?
Que aprendió a confiar con el Señor Ventana, muchos días lo fue a visitar y acabó por quitarse ella misma la burbuja antes de empezar a hablar con él.
Fue el primer Amigo de otros pocos.
Pues ahora, cuando encontraba a alguna persona-cosa que la gustaba ya no tenía miedo de que la dañasen y se mostraba tal y como era.
No obstante…
Un día acudió preocupada a hablar con él.
¡Ya no cabía en su burbuja!, le quedaba pequeña.
(Asomaban sus piececitos descalzos)
Una vez más él le resolvió todas sus dudas.
La explicó que no tenía nada que temer,
Que lo que la sucedía es que estaba creciendo y que solo necesitaba fabricar una pompa diferente.
Anonadada, flipada, ¡incluso pasmada!, se quedó, pues nunca hubiese imaginado que podía crecer.
Fue a dar un paseo para pensar en cómo hacer su nueva protección.
Se sentó en el suelo y despacito retiró la burbuja, miró al cielo y con una sonrisa por la que se escapó un suspiro la soltó.
La burbuja se alejó flotando.
A partir de ese día cualquier persona que se interesase podía verla en el interior de su nueva pompa, pues ya no usaba esta para protegerse.
Además, la nueva pompa era de quita y pon.
La fabricaba cada mañana antes de salir de casa.
Y aunque a veces se encontrase con algún chico aguja, que hacía que estallase en mil pedazos.
¡Ya no tenía miedo!
Pues cada día encontraba cosas nuevas con que rehacerla.
Así fue como me sentí una época de mi vida, por suerte desperté al sueño que es la vida.
La física cuántica opina que es el observador el que hace que cambie el experimento,
mírate.
Investiga.
Gira el foco y alúmbrate.
Gira el foco y alúmbrate.
Busca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario