Bandera

Bandera
:)

Seguro, olvida a toc y quizás también a tic. Seguro no te extrañarán...

De nuevo, respira el océano de tinta, mariposas de traslúcidos colores y hojas secas, provienen desde tiempos remotos, la pluma los dibuja. Van llegando.
Se sientan en circulo y extienden sus manos. Trazan:
Cables invisibles que elevan en un vacío sideral, que mecen; brazos sueltos extendidos, corrientes fugaces, se deslizan sigilantes, de estrellas, rodean los cuerpos acariciándolos...

 ¡¡¡Big!!! Tormenta eléctrica ¡¡¡Bang!!! estallido y el universo se crea, de nuevo; allá, en la guarida de la mente, resbalando donde moran las entrañas, líquido caliente de reflejo ambarino, el lago se disuelve en cálidos remolinos y el óxido deshaciéndose quedan los titilantes suspiros de cañerías renovadas.

 Ese, el calambre, y las enredaderas, las enredaderas rasgan la tierra; surgidas de las raíces fabricadas en cuevas subterráneas, ya hace tiempo olvidadas, recordadas, solo por los llamados locos; comienzan a trepar, por tentes y potentes entre los pilares hasta el el clímax del mágico vaivén en el que te meces, hasta llegar al tallo que con un tenue soplido, abre la corola de la flor, mostrando todo su esplendor... para acabar muriendo, otra vez, de nuevo. 


Y entre tanto, la música de aquel viejo bals sigue sonando, entre truenos y susurros.
Quédate un rato bailando... solo tienes que cerrar los ojos y tus pies te llevan al bosque, donde los duendes dan la fiesta, ¿no los ves, saltando por las mesas, trasteando?. Las hadas danzan en tu mano... Anda, quédate un rato. 
Lo pasarás bien, el amigo de los Osos, el Señor del fuego puede que el viejo Sabio chiflado también...
Anda, ¿qué prisa tienes?, quédate un rato, la bola mágica se ha dejado leer: lo pasarás bien.


http://www.youtube.com/watch?v=kMrNsFwTXJQ&feature=fvwrel


...La anciana de pelo blanco...

El humo esparciéndose por el ambiente esparce los sueños de la mujer de pelo blanco y arrugas en la cara.
Sentada en la mecedora en el porche de su cabaña, los ojos perdidos en el horizonte, habla una vez más con su dragón, en aquel mundo que solo existe para ellos dos...
Las tablas de madera desvencijadas crujen con el vaivén, la tejedora de sueños ha tenido una larga vida, repleta de experiencias e historias, no quiere nada más de la vida, se siente satisfecha.

Pero sigue tejiendo sueños, eso no lo quiere evitar, las arañas de su mente nunca paran de hilvanar los más maravillosos tapices, hilos de árboles inmensos, en mundos antiguos y nuevos, habitados por seres que no solían verse en las ciudades metálicas de su juventud.
Constructora de puertas al más allá de la última metafísica reconocida por la ciencia.
Arquitecta de castillos donde cobijar a los últimos magos.

Ahora de sus labios resecos brota una antigua canción sioux a la madre cielo y al sol y las estrellas, con el pie marca el ritmo.

Siente un hocico posarse en su mano, Wolf la trae de nuevo a este mundo, en sus ojos brilla una mezcla de pícara burla con infinita ternura. Es su compañero en esta vida.

- Ah... tienes razón... aún quedan muchas cosas por hacer antes de quedarme en este lugar.

El cuerpo de la muchacha, lozano como una fruta fresca vibra con un escalofrío al sentir que su espíritu vuelve de nuevo al campo donde se haya.

Tras un instante que se concede para recordar a la señora y la cabaña se levanta de un brinco y saluda al Sol.

- Ahá! aún quedan muchas cosas por hacer, vente Debussy - sonrió mientras comenzaba a andar.

Y su fiel compañero, se quedó unos instantes observando su espalda contra el horizonte, azotando el aire mañanero con su cola, estaba muy contento de haber encontrado a esa humana tan extraña y curiosa... con ella, cada día era una aventura... ey! que se aleja.

Soltando un ladrido echó a correr tras ella.
Tirada en el colchón de mi cuarto veo la luna desde mi ventana,
y no soy capaz de despegarme de esta sensación asquerosa que se llama mieditis aguitis a lanzarme a la aventura de cualquier tipo.
Y eso que siempre me creí muy valiente y fuerte, como todas las aventureras de mis libros, las voces de mi cabeza me hacen centrifugar más que una lavadora, y una ya está hasta las narices de girar.
Soy soñadora y soñando soy feliz.
Pero quiero entregarme con toda mi pasión aquello en lo que escoja en la vida, meterme en esa corriente y ver donde me lleva, mientras la electricidad me llena.

Porque vivir muriendo no es vivir, la parálisis provocado por la serpiente del miedo es el peor veneno que puede correr por tus venas.


Batata asada



La estación sigue silenciosa,
en la penumbra, el reloj de la pared de piedra hace tiempo que se detuvo.

Y la figura, con sombrero rojo y maletín esperando en el anden, 
a que llegue un tren, su tren. 

Mucho tiempo lleva allá, esperando, anhelando.

Tal vez ya pasó mientras soñaba que iba en globo,
pero eso es elucubrar sobre posibilidades que dejaron de existir en el mismo instante en el que sucedieron.

 ¿sabes?

La gran sabia que vive en el castillo de la pared de Om y el jardín de las flores con pendientes y sueños morados , intuye cosas, ella es un poco bruja, el otro día ojos acuosos, nos leyó el libro de la vida, con sus espirales aúreas.

La figura espera, divagando sobre el presente y el futuro, sobre su destino.
Sigue esperando el tren, como estos últimos años, en silencio.
¿Dónde estarán los faros luminosos, el pitido característico?
Está empezando a desesperarse.

Una ráfaga de viento que proveniente de las lejanas tierras africanas le roba el sombrero y lo aleja, juguetón este viento, pícaro incluso.

La mano se crispa, puño cerrado obtusamente en torno al asa del maletín.
De pronto lo deja caer.
A la mierda. Yo soy mi propio tren y allá dónde este, construiré mi vía.

Quiere correr en pos de lo que le guarnecía la testa, pero está como anquilosado y al primer intento solo puede levantar el pie derecho del suelo, a trompicones.
Su cuerpo está un tanto oxidado de tanto esperar...

Como a una buena batata asada...solo hace falta un poco de aceite y sal.

Pluma de águila.

Los caballos salvajes galopaban por la pradera, ¡qué galopar!
Pareciese que volaban, las pezuñas arrancaban hierba y olor a tierra húmeda.
El cielo gris cantaba a la tormenta.
Pronto se iba a desatar, la electricidad inundaba el ambiente.

El viento hacía que sus trenzas ondeasen, desde la colina, observaba la libertad desenfrenada de los sementales y las yeguas.
Sus ojos acuosos se perdían en el amplio paisaje, 
su cuerpo, firmemente arraigado en la colina, más su espíritu estaba lejos, corriendo a la par que los animales... hacia ningún lugar o hacia todos.

Una mano invisible rozó su hombro, ella giró lentamente la cabeza, a la espera de una señal del espíritu del trueno.
La pluma de águila se liberó de sus cabellos, se alejó volando...

Ahora- susurró la voz- ahora solo síguela...