Bandera

Bandera
:)

El de los Milnombres.

La niña de cabello rizado, que no ondulado sostiene la pieza entre temblorosos dedos,
su respiración agitada anuncia un momento largo tiempo deseado, acerca muy despacio su mano al hueco de inmenso vacío. De un modo tan suave, tan certero movimiento, como al cazar mariposas nocturnas. Así la posa, a ella, como si fuese el objeto más delicado, más preciado de la galaxia.

Se para el tiempo.

Sucede el instante en el que la pieza encuentra su lugar.

El puzle queda así completado. El juego, por fin acabado.

Como si fuera la llave de un portal mágico, algo acaba de ser activado.
Filigranas de luz recorren  recovecos, extienden sus haces por toda la habitación.

Ante unos ojos como platos se suceden mil y una imagen,
obra del mejor ilusionista.
Ora sirenas, ora indios con hogueras, allá esta el viejo Cuentacuentos, y Tom son su sombrero.
Pegaso y Fenix juegan cerca del techo.
Los duendes corretean por el cuarto Don TicTac perdió la manecilla.
Las maravillas, oxidadas, brotan del país del olvido con desenfreno, farorillos se le enredan por el pelo.

Fantasía, tanto tiempo contenida, gime de alegría, extendiendo con zarcillos, la mas bella enredadera con capullos no floridos, más bien serían nidos, huevos que eclosionan ¡paraguas rojos y algún súcubo!
géodas y prismas, ninfas de las marismas, arcos con iris y pupila, monstruos galopantes y garrapatas pedantes, paisajes con hasta tres lunas y luciérnagas titilantes. Aros de cebolla y otras cosas que no se pueden nombrar.

Ante la explosión final.

Aparece:

El de los Milnombres. Su bigote maleante susurra, apoyado en su cayado con su pipa Creamundos.

Que, ¿otra partida?

Del abrigo de retales y bolsillos, extrae, con mano sibilina, una extraña cajita, llena hasta los topes de cientos de fichas, hartas del caos anhelan un poco de orden.

La mirada antes limpia, tornase algo adicta, y es que lo que es ella, ya no olvida, ludópata de fantasía, visualiza orgías interdimensiones, reales, irreales, con chorros de energía y empatía.

 No le queda otra, o acepta el reto, o se acabó el juego.

Soy un pavo.

Entre los vientos del norte, pícaros mozuelos alados te susurran amables, entre sus gritos de alborozada juventud: "las velas del barco, izadas, izadas y listas para partir de nuevo, hacia tierras lejanas, rumbo siempre a descubrir nuevos horizontes. No olvides llegar a tu hora"

Destrozar los límites que la razón impuso, sobre el misterio de las cosas.
Sin piedad, a cañonazos limpios.

Va!  hace tiempo que no entiendes mucho de eso, ni de cañones, ni de destroces dimensionales que te llevan a otras realidades intangibles, aún te pierdes en todo ese vocablo que la comprensión de tu mente no alcanza.

Prefieres dejar grandes barcos para los que aún desean hacer la guerra.

Pero... ¿y el tuyo? ¿Dónde está?

El barco de papel periódico, tanto tiempo aparcado, solitario, en ese muelle de mala muerte, tosiendo costuras, oculto entre los montes cenizas, en las que enterraste todos tus deseos de fuego, todos tus sueños, como el de ser fonambulista del no tiempo y hayuka de la vida.

Ay! mierda! Caes en la cuenta.
Olvidaste.
Que de nuevo olvidaste tus promesas, que caíste en el mundo de los muertos verticales. Pero no puedes huir aunque quieras esconderte y enterrarte tu también, lo sientes, por aquello de las maldiciones. ¿no sabes su historia?

Si algo tienen las maldiciones, es que no puedes escapar de ellas, te persiguen allá donde tu cuerpo y mente vayan. Y a ti te pesa la más grande de todas, caíste en la peor: ser libre. Todo ocurrió aquel fatídico día en que te quitaste las ropas del disfraz y corriste en pelota picada jugando a ganar al viento, a olvidar el significado del tiempo. El fatídico día que gritaste que de verdad creías en la descomposición de la realidad en miles de fragmentos brillantes, como una explosión de posibilidades, con los que hacer el puzle.

Ay, ay...
Ahora te persigue...

¡Te persiguen!, la libertad y el viento te persiguen, te pinchan, no puedes ocultar su recuerdo, te impiden dormir en la cama del olvido, te cantan susurros de intensidad.
Concha ya! que me dejéis en paz!, que mi boca es incapaz de expresar, no tengo fuerzas para vivir, solo quiero, solo quiero... solo queda ya...sobrevivir...

¡¿SOBREVIVIR?!
Eso no te lo voy a tolerar.

Trona una voz en tu interior,
más fuerte que el copón,
menudo susto te dio.
Casi te caes de culo del sillón, situado, como no, frente al televisor.

¿Sabés quien es niños? (con argento argentino)

Es el Ventorrón,el coloso con el que un día jugaste, anda revelándose en tu interior, y sin quererlo ni pedirlo te ves pala en mano, desenterrando, obligado por Él, tu barquito chiquitito.

- Que noooo quiero- tus manos se resisten en cada palada llena de cenizas.
- Que me dejessss- más todo es en bano, una fuerza superior te posee. Las motas de ceniza pululan por doquier.

Un color aparece, luego otro, Curiosidad se despierta, aún medio aletargada, ahora eres tú quien quiere desenterrar todos esos recuerdos que se negaron a olvidarte, retales de colores alegran las velas, descosidas , no tuvieron otra que reinventarse, Curiosidad ahora baila la samba con tus pies. Una fantástica carcajada de pavo real escapa de tus labios, la boca no puede hacer otra cosa ante tamaña sorpresa.

MIIIIIIIIIIUUUUU! MIIIIIIUUUUU!

Recuento de objetos encontrados: un ventorrón, una curiosidad, un barco de papel con velas de retales de colores.

Ahora vuelves a salir del papel, como un ser animado que comienza real, como un pavo.

Chicle de fresa.Mano en el bolsillo

Oh!, la niña, mascaba chicle de fresa sin preocupación ninguna.
Apoyada en una pared de ladrillos, observaba a los autóctonos del País del Asfalto, sus andares, sus gestos,  sus interacciones con cacharros metálicos.

Al contrario que ellos, los ojos de Oh!,  miraban con frecuencia el poco cielo que se dejaba entrever entre los grandes colosos grises conocidos comúnmente como "edificios", las formas de las nubes, la luz siempre cambiante, las cigüeñas que anunciaban primavera...

Esos ojos también eran capaces de ver lo no visible, no dejaba de asombrarse con la cantidad de lazos de colores que salían de cada persona, los animales o monstruos que les seguían sin que nadie les prestara mayor atención, las burbujas que rodeaban a la inmensa mayoría, como si estuviesen recubiertos de una fina película gelatinosa transparente que impidiese ver del todo las máscaras de carnaval.

Notó que algo suave rozaba la mano que tenía acomodada en el bolsillo y recordó que era una plumilla de Filo el pájaro; lo extraño, pensó, y acto seguido sopló sobre su mano extendida un aliento cálido que transporto la pluma hacia las corrientes de aire, muy alto, para que llevasen el mensaje donde quiera de los 5 Reinos del Caos que se encontrase su amigo.

Hubo una vez, hace un tiempo, antes de aparecer en este Planeta Azul tan lindo, en el que anduvo perdida en un bucle, un tornado que giraba con exasperante y lenta velocidad. Respirar allá era imposible y aunque el recuerdo es bago, procuraremos despabilarlo, el agujero negro la soltó, boqueando en busca de algo con que llenarse los pulmones, en una inmensa tela de araña...

Pero eso ya son otras historias, que, por el momento, no nos atañen.

Prrrrriiiiiiii. Culebreó con el cuerpo un movimiento ondulante para expulsar de un escalofrío por todos esa sensación evocada.
Sus ojos acuosos otearon las distintas posibilidades que ofrecía PorkiCity, ahora que se había salido del tiempo y de la tela, el siguiente paso bien podía ser ir a un parque o...

- ¡Claro!- exclamó golpeándose la frente- he de ir a ver a un informaticoco, a ver si me ayuda a cambiar un par de programas del ordeandor central.

Y con un paso que se asemejaba un baile de claqué, fue desapareciendo del escenario con unas pocas miradas reprobatorias, ante el escándalo de mostrar tu alegría públicamente, de aquellos transeúntes, que aún eran capaces de ver algo que no estuviese plasmado en una pantalla.


Los bocetos de la historia de Oh!

Diente de oro

Hay un aspirador en mi tripa,
absorbe y succiona.
Me succiona a mi y a todo el escenario.
Hasta el cuarto se torna borroso,
se entremezclan los colores, hasta tomar aspecto de mar.


Hay un remolino de tormenta en mi corazón.
Y el barco de papel,
el pequeño velero, se disuelve sudando tinta de la china,
las palabras, ya borrosas, se arrastran hasta el fondo..

Donde ya nadie va a leer, donde el candil, hace tiempo se apago.

Por allá anda, bajo la lluvia; siempre pipa en mano y humeante, el viejo marinero barbudo, con berberechos en el pelo. De edad incontable e incontables arrugas.
A la vez: rayo y carcajada.

"Piratita sin pelo en el pecho, se nota que no viviste muchas tormentas (zarandea la pipa de arriba abajo),  solo hay que dejarlas pasar, pasándolas de la mejor manera"

Versos de hilo


Solo los que tienen el arrojo necesario, ni más ni menos, sino el justo para dar el último paso, ese que separa tus pies de tierra firme y los mece, y estremece, en el vacío. Solo esos, volarán. Y Ningún otro.

Así fue escrito uno de los Grandes  Secretos por la eterna niña de pelo ondulante, hecho de la más fina tela de araña, regalo de la tejedora Acnia en los ya lejanos albores de la formación del Mundo salado de Aque. Ni  hubo precedentes de que sucediera esto con anterioridad, ni probablemente los habrá.

La razón de esta traición de honor, (traición, porque juró guardar, ante el rey Cuántico y a su esposo Dimensión,  los más tiernos misterios de la vida, para deleite de esos seres, llamados por ellos mismos humanos, que habían de poblar el nuevo mundo, para que se entretuviesen jugando a descubrir mariposas invisibles, entre tormentas y escafandras.

 La razón para que la niña se decidiese a tomar la pluma entre sus deditos,  fue tan simple, que hasta los músicos Hangs compusieron unos toques suaves de risa para la ocasión.

El que buscaba a Pan entre las montañas, el buscador de sueños, un día la encontró a ella; desde entonces, se sentaba a su lado a susurrar cuentos y jugaban imaginar mundos; no obstante,  lo que verdaderamente la decidió a hacerle cómplice de sus misterios, sucedió el día que la enseñó a dar besos de mariposa y a beber té en una pequeña taza azul, previamente robada al Sombrerero en uno de sus viajes a Wonderland.

Sucedió, en aquella mañana con nieve, que confesó no siempre atreverse  a dejar sin cuerda a su cometa por el país de los más delirantes sueños. Sueños de esos, que conducen a los más extraños rincones, recónditos, de todos los mundos; poblados por magos y fonambulistas, en los que, por un instante, todo es posible. Sueños que le conducirían, sin duda alguna, a la certeza de vivir la vida, disfrutando paso a paso.

Por esto, solo por esto, algo llameó en su corazón con una fuerza que la dejó atónita, ... llamémoslo: ramalazo. En todo un instante, estaba decidido, no iba a abandonar a su viejo nuevo amigo contra los monstruos de las pesadillas; no a ese que la recordó, cómo se jugaba a transmitir, como se quieren los niños.

 Si la tinta no se hubiese acabado, ni los buitres se hubiesen abalanzado sobre sus tiernos ojos, tal vez el lienzo no estaría inacabado, tal vez esto también hubiese quedado plasmado:

 Al menos en lo que dura una vida.  Recuerda que la última mota de arena del reloj cae para todos igual. La diferencia, radica en la ligereza con que lo des; lo que tardes en dejarte volar, cosa tuya es, tuyo es tu tiempo, tuya, toda la arena del reloj.

Es algo que nunca sabremos a ciencia cierta

Bañera vive en la Luna.




 Aquí está nuestra amiga Bañera, rebosante de líquidos, serpientes de diferentes colores que se entremezclan en las más curiosas melodías; colores distinguibles unos de otros, pero sin límites aparentes entre ellos. ¿Dónde acaba uno y comienza otro?, eso es un misterio. Lo peculiar de Bañera era que a pesar de estar bocabajo, ni una gota de su contenido se derramaba.

¿Cómo podía ser?

La explicación es sencilla: estaba en la luna y allí no hay gravedad ninguna; esto provoca que los líquidos caigan al revés, es decir, hacia arriba; puede parecer extraño en un principio, pero eso es solo porque no estamos acostumbrados a verlo, en cuanto algo sucede más de un par de veces, ya parece la mar de normal.

Otra curiosidad que os puedo contar de Bañera y mira que es un secreto ( pero estoy segura de que a vosotros no la importará un pepino que os lo susurre al oído ,es que un día se colocó un tapón en el culo ; ni siquiera sabe ella muy bien porque.
Tal vez tenía miedo de perder todo su contenido por el universo y quedarse vacía; ponerse el tapón es todo un  peligro, por ejemplo, Bañera una vez quiso quitárselo, pero no supo como empezar y lo fue dejando, lo fue dejando, claro, nadie la había enseñado como se quitaba. Aún así se sentía afortunada, al menos ella se había dado cuenta de que tenía un señor tapón bien grande alojado en su parte baja del fondo, otras bañeras que conocía se hacían las suecas y no querían reconocerlo, incluso alguna que otra ni siquiera sabía de su existencia, ¡no lo veían!, a causa de su miopía.


Encontrarse a gente por el mundo, que enseña a quitar tapones de culos ajenos, es y será, siempre un pacer.

vuelo de libélula

- Nena...- susurró con voz ronca el señor del cigarrillo y chupa de cuero negro- así das el aspecto de estar un poco volada.

Exhaló una calada mientras el pelo engominado de su  cabeza se movía al son de un ritmo invisible y sus ojos escrutaban la figura enclenque y desaliñada cual ensalada multicolor que tenía frente a el.

- ¿Aspecto es parecer algo?- la chica enredó un rizo con el ceño de pensar- Ah! entonces quiero dar aspecto de ser una libélula, ¡¡me encantan!!

¿Cuál es tu insecto favorito?