Bandera

Bandera
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Relojes derretidos

El tiempo se detiene, como aquellas ondas ondulantes sobre la superficie plácida de aquel río, ese, el de la torre con la princesa asomada, suspirante, en el balcón, anhelante, muriéndose literalmente por ver aparecer al típico príncipe azul que la salve del dragón… no estaría demás que se diese cuenta de una vez por todas, la que tienes que blandir la espada eres tú misma linda flor, si es que quieres verte libre algún día de tú bucólica prisión.
Como al cortarte un par de mechones, sesgas una parte de ti que llevaba contigo la larga estancia de tres años, hay cosas que como el pelo, conviven demasiado tiempo con tu persona e impiden la floración de cosas mágicas y ye hora de plantar nuevas semillas …pero esa ya es otra historia.
El tiempo se detiene mientras los segundos inventados se ven propulsados entre tus dedos, como aquella cualquiera piedra plana que lanzas con la esperanza de que sea capaz de pegar más de dos botes y consiga reflejar apenas el esbozo de una onda en el agua… como los zapateros… y cuando lo consigues… ¡efímera satisfacción! Tremendamente placentera…
El tiempo se detiene e incluso retrocede cuando en tu presente conoces a un lemur cuya infancia vivió físicamente lejos de tu esencia, pero eres capaz de viajar en el tiempo para volver a vivirla juntos, con el mismo fluir de antaño y realizar tremendas tareas como buscar el antídoto guardado celosamente por unos pieles rojas o rescatar margaritas medio pútridas de las cataratas del Niágara y ser capaces de ver ceniceros en arcillas resquebrajadas, y mandar a la m de shit el consumismo inherente en tu ser, del que tanto cuesta alejarse, pero una vez more, eso es otra historia.
El tiempo se detiene cuando te levantas una mañana cualquiera, como si los ojos que te miran meditativos fuesen los tuyos y sintiesen lo que tú sientes, ¡un espejo fodasse!. Algo te paraliza y ni siquiera eres capaz de nombrarlo, porque te da miedo descubrir que el pasado no inacabado te alcanzó de nuevo, juegas al escondite con la sensación, para ver si esta vez eras capaz de despedirle en condiciones, el quiere abrirte paso hacia nuevos horizontes ¿quieres tú?
Después de lo que parece un eón, te ataca massive, bastante pasada la hora en la cual la Cenicienta perdió el zapato, y sientes de nuevo cómo el Santo Fluido recorre tus venas, esta vez no hizo falta meditación, solo cerrar los ojos y dejarte llevar por el son, como si Lucifer hubiese poseído tu cuerpo, para que de nuevo, de nuevo siempre, sintieses la vida.
Y en mis horas oscuras volveré dentro, muy dentro de mí, en aquella realidad que viví el otro día mientras soñaba, dónde todo era calma, aquella, si sí, esa que muchos anhelan, aquella, a la que todos retornaremos tarde o de madrugada, con entrega o temor, decisión personal. Si los tres pilares me sostienen, seguiré construyendo mi castillo de ensueño. Una vez que te haces amiga del temible dragón, su fuego aporta el calor necesario para fundir el metal de cualquier reloj.

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